jueves, 17 de noviembre de 2016

Adiós Laura

Se llamaba Laura, tenía doce años y estaba en primero de la ESO. Se reunió la noche de Halloween con sus amigos para hacer botellón. Era en San Martin de la Vega, a 40 kilómetros de Madrid. El lugar era perfecto para la fiesta… un descampado, un cerro de muy difícil acceso y sin ninguna iluminación. La movida era barata, los chavales pusieron 8 euros por cabeza para la fiesta.

Como no podían comprar alcohol, le dieron el dinero a un chaval mayor de edad que se embolsó 5 euros por ir al súper a comprar botellas.

En un momento de la fiesta la cría se enfadó con sus amigos y se metió entre pecho y espalda una botella de ron para superar el cabreo. Fue tanto lo que bebió que se desmayó. Al principio sus amigos se burlaban de ella, “Mira, tío, qué floja, va a echar las papas”. Cuando la cosa se puso fea, y puesto que ella no reaccionaba, temerosos de lo que pudiera ocurrir, la metieron en un carro de supermercado y la llevaron al Centro de Salud. Tardaron en llegar una media hora. En ese momento pidieron ayuda. Laura llegó con parada cardiorrespiratoria y fue trasladada en UVI móvil al Hospital 12 de Octubre... donde murió pocas horas después.


Sus padres, a los que la policía había alertado en dos ocasiones por el exceso de alcohol que había ingerido la cría meses antes, lloraron su pérdida. Su pueblo decretó un día de luto oficial y su instituto hizo un minuto de silencio. (Texto de Josan Montull)

En la oración de hoy queremos acordarnos de Laura, de sus amigos, de su padres y también del chico que les compró las botellas de alcohol. Muchos fueron los que erraron en esta fatal sucesión de acciones desafortunadas que terminaron en tragedia. Hoy ya no podemos hacer más que ponernos ante el Señor y rogar por su alma, y aprender, sobretodo podemos aprender.