jueves, 17 de marzo de 2016

Ofrenda a la Virgen

En tiempos de San Marcelino Champagnat, el Hermano Niceto causaba mucho alboroto porque había tenido una pelea con otro novicio y había recibido una fuerte reprimenda de su Superior. Se le acercó Champagnat y le dijo:
- Hermano, ¿qué te pasa?, ¿por qué armas tanto alboroto?
- ¿No tengo derecho a quejarme si no tengo culpa de nada y he recibido una buena reprimenda?” 
- “Te puedes quejar, si quieres, pero no te va a servir de nada. Si quieres, te digo un secreto que sirve para remediar todas estas cosas. 
- ¿Qué secreto?
 - Haz de todas estas cosas que te pasan un ‘ramillete espiritual’, que puedas ofrecer a la Virgen todos los días. A nuestra Madre del Cielo le gustan mucho las flores naturales, cuando se le ofrecen con cariño, pero le alegran mucho más esos ramilletes de flores espirituales que te estoy diciendo.
- “Pero no sé cómo se hacen estos “ramilletes espirituales”. 
- Te lo voy a explicar: yo todas las noches presento a la Virgen los actos buenos que he hecho durante el día. Si me mandan una cosa difícil, lo hago sin quejarme y recojo la flor de la obediencia; si me molestan o se meten conmigo o no me hacen caso, me sereno, y recojo la flor de la paciencia; si alguno se enfada conmigo o me trata mal, no le devuelvo el mal que me ha hecho, le perdono y recojo la flor de la mansedumbre y la caridad; así durante el día recojo todas la flores que hago y, por la noche, las presento en un “ramillete espiritual” a la Virgen, pidiéndole que al día siguiente le pueda ofrecer otro ramo más bonito. ¿No te parece mejor hacer esto que enfadarse y quejarse, tengas o no razón?

Nosotros mañana aprovecharemos la fiesta fallera para entregarle a la Virgen nuestro propio ramillete, pero más que flores lo que debemos hacerle entrega es de nuestras buenas intenciones y nuestro amor vestido de cada una de las flores que le entreguemos.