En una instrucción sobre el
Evangelio de la fiesta de Santiago, un Hermano, a quien Nuestro Padre había
interrogado, manifestó su extrañeza por la petición de la madre de los hijos
del Zebedeo, que pedía el primer puesto en el Nuevo Reino para sus dos hijos.
(Mt 20, 20-28) A esto, Nuestro Padre contestó:
“El amor materno obliga
a decir muchas cosas que debemos excusar, aunque no nos parezcan muy discretas.
Juzgas muy ambiciosa a esa mujer y yo, debo confesarte que lo soy mucho más y
pido diariamente tres primeros puestos para todos los Hermanos.
- ¿Sabéis cuáles son los
tres primeros puestos que solicito?:
El primer puesto ante el
Pesebre de Belén.
El primer puesto ante el
Calvario.
Y el primer puesto ante
el Altar.
Amar la humildad, la
modestia, la sencillez, porque estas virtudes obtienen los primeros puestos
ante el establo de Belén.
Desear la cruz, los
padecimientos, porque se ganan los primeros puestos ante el Calvario.
Ser muy asiduos a la
Santa Misa, a la Comunión, a las visitas y adoración al Santísimo con que se
adquiere el primer puesto ante el Altar.
Deseo que los Hermanos
Maristas sean los constantes familiares de Jesús recién nacido, de Jesús
crucificado y de Jesús inmolado en el Altar”.