viernes, 13 de junio de 2014

Cantaremos la Salve al comenzar el día



Después de la revolución de 1830, los Hermanos se vieron perseguidos en varias partes y se les amenazó con cerrarles el noviciado del Hermitage y suprimir el Instituto. En tan críticas circunstancias, en vez de asustarse y desanimarse, Marcelino se dirigió, como solía, a la Virgen y le confió su Comunidad.
 
Habiendo reunido a los Hermanos, que estaban asustados por las visitas de inspección del procurador del rey, acompañado de guardias, les dijo:
- “No os asustéis por las amenazas de que somos objeto, ni os preocupe vuestro porvenir. María, que nos ha reunido en esta casa, no permitirá que seamos arrojados de ella por la malicia de los hombres.
Vamos a ser más fieles que nunca en honrarla y mostrarnos como sus verdaderos hijos imitando sus virtudes; aumentemos la confianza que le tenemos y recordemos que ella es Nuestro Recurso Ordinario. Para merecer su protección y librarnos de todos los peligros, por la mañana, antes de la meditación, cantaremos La Salve”. 

Esta fue la única precaución que quiso tomar en aquel momento de preocupación, y María, en quien había puesto toda su confianza, no le defraudó: el prefecto, que amenazó con deshacer la Congregación, fue trasladado; desde esa fecha se dejó de molestar a los Hermanos. 

Desde entonces se ha continuado el canto de La Salve en nuestras Comunidades.