jueves, 27 de marzo de 2014

PASA LA PALABRA

(Continuación del evangelio leído ayer)



La mujer llega al pozo ajena a lo que allí le espera y que nada, en la trivialidad de su vida cotidiana, hacía previsible: va por agua con el cántaro vacío para volverse con él lleno a su casa. No hay más expectativas, ni más planes, ni más deseos.
Pero lo imprevisible le está esperando junto aquel galileo sentado en el brocal del pozo que entabla conversación con ella: un agua que se convierte en manantial vivo, la promesa de una sed calmada para siempre, un Dios en búsqueda, fuera de los espacios estrechos de templos o santuarios. El cántaro, que era símbolo de la pequeña capacidad que está dispuesta a ofrecer la mujer, se queda olvidado junto al pozo, inútil ya a la hora de contener un agua viva tan inmensa.
Muchas veces lo más fácil en todo esto es decir… pasapalabra, y a otra cosa. Pero como cristianos tenemos el compromiso de pasarLApalabra, aunque de primeras pueda parecer algo iNútil. Pero no hay nada más útil para el interior que comunicar y dar vida, dar razones de nuestra fe, de la alegría de ser seguidores de un Jesús que nos ofrece un agua que calma la sed para siempre. Aquello que recibimos gratis hemos de darlo gratis.